Por Francisco Acosta Velázquez.
El camino a la peña de Los Frailes no sólo es parte de la leyenda, es el paso de la zona urbana de Pachuca y su Zona Metropolitana, al Hidalgo rural, al campirano, a la historia misma a través de comunidades y caminos que van de la cinta asfáltica a la terracería, del trazo recto a la suave curva, al tramo sinuoso al filo de la montaña.
Muchas veces los había visto, casi siempre desde el borde de la carretera Pachuca – Actopan; otras tantas desde el cerro de San Cristóbal, unas más desde las Monjas allá por Mineral del Chico; miradas unas más lejanas que otras. Hoy, por fin estuve ahí, junto a ellos.
Abajo el valle, San José Tepenene, El Arenal; al fondo, a la derecha, Actopan, acaso San salvador también se vea. Atrás, San Jerónimo, la comunidad de la que son parte, la que puede darse el lujo de decir que son sus peñas, por historia, por costumbre.
Maravilla Natural
Si, son “Los Frailes” una maravilla natural en lo alto, allá donde el águila surca el cielo en una danza aérea que es el batir de las alas, planear, y que es también una muestra de lo grandiosa que es la naturaleza.

La aventura inició temprano, las 8 de la mañana en punto y el auto rodaba ya sobre el asfalto de la carretera con rumbo a Tilcuautla, allá por la añeja hacienda de la Concepción, para seguir con rumbo a Puerto La Palma, San José Capulines, Benito Juárez, Santa Rosa.
Hasta ahí, lo urbano, semi rural; los tiempos han cambiado y las superficies de magueyes y otras opuntias y cactáceas son hoy concreto hidráulico, viviendas. Ya poco se miran animales, gallinas, vacas, chivos y borregos, burros y caballos; los únicos que siguen presentes son los canes, que a la vera de la carretera que hasta aquí llega les miras.
Una vez en Santa Rosa, en la salida del pueblo, el camino se convierte en terracería, en una vía angosta que te lleva entre curvas por en medio de los cerros, en una ruta de vértigo, de imágenes de altura; asciendes y llegas a la entrada de San Jerónimo, reconocible por la antena ahí plantada, por la capilla a la virgen de Guadalupe, por la Cruz con base de cemento. Hasta aquí, el viaje en auto.
El ascenso
El ascenso al macizo no es complicado, por la parte trasera de la capilla está el camino, angosto sí, pero bien marcado, que te lleva entre la flora local en la que la vegetación de las zonas áridas se hace presente y reina. Aquí si hay magueyes, nopales, pirú, pero también miras un pino; muchos más ocotes y oyameles una vez arriba.
Las vistas recompensan lo recorrido, lo del auto y lo caminado, que no va más allá de un kilómetro para esta al pie de la famosa formación, sí, Los Frailes, los que toman nombre por la capucha de la túnica petrificada, así dice la leyenda, dan nombre a este sitio; lo quedes ahí ves; a tus pies al Valle, que no imaginas sino hasta que estás ahí.
Al llegar a la mesetita que te pone al pie de la roca, observarás un estrecho paso que te permitirá ir un poco más arriba y colocarte en posibilidad de rodearla peña, de ir un poco más allá si quieres conocer Las Monjas. ¡Ah!, aquí ya llegaste al bosque, uno joven, muy verde, un espacio reforestado con encinos.

Abajo, montañas en el horizonte, caminos, caserío; más allá se adivina Chicavasco, San Juan Solís; el llamado cerro del corazón; un sinfín de trazos curvos que llegan ya hasta el cerro mismo, que te ponen también a la espalda de los Frailes, a los pies de las Monjas; pasos parcelarios, caminos vecinales, veredas que nacieron con la ampliación de los centros de población.
Aunque la ruta parece corta, una vez detrás de los Frailes, hay camino para recorrer, pues la extensión de la elevación es amplia, amén de llevarnos al poblado, claro, ya lo habíamos anotado, San Jerónimo, a su presa, un bello cuerpo de agua en medio de su zona arbolada. Ahí, podrás comerte unos antojitos mexicanos o una fresca mojarra de agua dulce, una trucha recién traída del criadero.
A 20 km de Pachuca
Ufff, lo que se ve, lo que se vive, lo que se siente estar ahí, junto a ellos, ya no viéndoles desde la carretera, o desde las otras Monjas, las de Mineral del Chico, ni desde el cerro de San Cristóbal. Sólo son 20 kilómetros desde la capital Pachuca. Sólo es una media hora de caminata con suave declive que te lleva, según cálculo de Alexander de Humboldt, a 2896 msnm.

Sí, son los Frailes, la leyenda revivida ahí en el sitio mismo dónde dicen que sucedió…. “por ello al dejar de caer la tormenta, cuando escampó ahí estaban ya petrificados…”. Eso es lo maravilloso del lugar, del espacio mítico, de la roca en la montaña, allá en los fueros del pueblo de San Jerónimo. Esa es la recompensa de andar por los senderos, esos que suben a dónde las águilas hacen su nido.
Esta es sólo la ruta recorrida pues a los Frailes puedes llegar también saliendo de San José, del mismo Arenal y hasta de Actopan. Ven, conoce la leyenda, admira este macizo rocoso en el que también puedes practicar la escalada, el rapel, bueno, aún más, la espeleología. Si, también acá, en lo alto, puedes meditar con la sensación del aire rozándote los sueños.
Son los Frailes, una roca en lo alto de la montaña que más que una fantástica leyenda. Vuelvo a casa, el aire sopla y se convierte en …El Eco de mis pasos.
