Una fotografía releída 4 décadas después
Por: Francisco Acosta Velázquez
Pachuca, 1980.
Es diciembre de 1980, Pachuca se extiende hacia el sur entre los cerros del San Cristóbal, del cerro de Las Lajas o Lobo o de la Bandera, el cerro Santa Apolonia; del centro hacia el valle, que se forma entre otras elevaciones como el de Cubitos; ciudad de minas, de poca industria, más de comercio, ciudad que puede andarse, vivirse “sin el Jesús en la boca”
Hoy, 40 años después, las palabras hacen eco, y repasan la historia gráfica en la imagen que sostengo entre mis manos. Una fotografía en blanco y negro tomada desde lo alto del cerro de la Capillita: no había que ir más alto para mirar el Pachuca en el que nací. De este a oeste y de norte a sur, se andaba pronto.
Lo que primero que veo es la Barranca Blanca, la Flores Magón, la Rojo Gómez creciendo y el todavía llamado pueblo de San Bartolo, las casas en la Venustiano Carranza, el panteón municipal como el espacio más alejado; el viejo oeste capitalino.
La vieja Pachuca
Es mi vieja Pachuca, un momento de la historia de su transformación congelado en una fotografía impresa, que, leída por su servidor, seguro le traerá otras historias, acaso en la memoria propia reconstruidas mirando con ojo de águila las calles, los comercios en las mismas, las avenidas que no eran muchas, los pocos edificios entonces, las plazas que aún no existían.
Escrito en ella los lugares conocidos, o los que adivino, si bien no es de alta resolución como en los tiempos actuales, veo en ella la “bella Airosa” que se quedaba en Santa Julia, la secundaria Federal 2, Cuesco y el establo de la Santa Clara, la recién inaugurada central Camionera, los Jales, esos peculiares montones de tierra fina provenientes del beneficio en las minas locales; cuantas historias escritas en ese paraje que bien servía como escenario de desierto.
A la izquierda, en el fondo, en el sureste, la salida a Tulancingo, lo más lejano, el Hospital General, el Seguro, ¿por qué siempre los hospitales quedan en las orillas de las ciudades?; la colonia Céspedes, la Doctores y el estadio de beis, lotes baldíos, ya en la falda del cerro, los primeros asentamientos humanos que darían vida a la colonia Felipe Ángeles.
Los barrios y colonias de antaño
Caminado de regreso hacia el Oeste, Cubitos, la Real de Minas, la Periodistas y su avenida Revolución con sus palmeras, que por fortuna todavía existen, así sean ya replantadas; Palmitas, el estadio Revolución, lotes baldíos, el río de las Avenidas que arrastraba las aguas en el declive natural, de norte a sur, de Loreto a los rumbos de Cadena, hacia Téllez, allá donde alguna vez llegaron patos rojos canadienses; hoy las tierras se inundan de fraccionamientos. Y en el medio, Maestranza, La Morelos y la colonia Centro, la Cuauhtémoc, López Portillo, la estación del Ferrocarril, Jardín Colón, la Surtidora, el parque Hidalgo.
Nuestros barrios, nacidos con la minería, los altos, los bravos, del norte y hasta el este: Cruz de los Ciegos, Cruz del Cerrito, el Atorón, El Arbolito, El Mosco, El Porvenir, El Lucero, La Alcantarilla, San Clemente, La Surtidora, Patoni, La Palma, San Juan Pachuca, La Españita, no todos en la foto, si en la memoria.
Caserío en Venta Prieta, milpas maiceras, campos de tierra en la zona del Infonavit, 18ava Zona Militar; ahí también se ve el Tec de Pachuca, la colonia del Issste, eso sí, separada de El Venado; en el filo de la México – Pachuca, el rancho de Colonias, antes, la recién inaugurada plaza de toros, y despuesito, San Antonio, que ya se antojaba lejano a par que Matilde; o rumbo Actopan, el Huixmi, Tlapacoya.
Algunas que se me van, no creo que sean tantas y aunque lo fueran, no hacían ni por asomo la ciudad que hoy se extiende en casi todo el Valle ya sin respiro cuando menos hasta Acayuca; no se diga del lado donde sale el sol, ya pegados a Pachuquilla y lo que sigue. Otra Pachuca, muy distinta a la de hoy, que reconoce 328 fraccionamientos, 67 colonias, 40 asentamientos, 22 barrios y 5 localidades.
Pachuca, 2023
Es diciembre de 2023, aquí estoy en la colonia Flores Magón, parado a media calle, en la calle que parte en dos el caserío, contando las historias pasadas, reconociéndome en la ciudad misma, que, como Yo, cambió la inmigración, la expansión económica, la urbanización, trajeron también un cambio en lo humano, en lo que se vivía y se contaba, en lo que se vive y se cuenta ahora.
Fue la Pachuca de los tiempos del cassette, de los LP en acetato, de los traslados a pie, las bicicletas, los camiones de pasajeros, como el “Pájaro Azul”, los taxis blancos. Fue la Pachuca, la del mayo de la tromba y la explosión de dinamita, la de los recuerdos removidos, las historias releídas seguro también, de las fotos que conserva donde gráficamente escribió sus historias propias,
Dicen que allá por los 80, otro Pachuca se vivía, otras historias se contaban mientras caminabas de la plaza Juárez, por la calle de Guerrero, a la Plaza Independencia, pasabas frente al Reloj para dirigirte a los portales de la plaza Constitución a escuchar, en la rockola de Casa Frías, Filósofo, esa que dice: Do you know where you go?, ¿sabes a dónde vas? Pachuca de los 80, Pachuca 2024, el mismo lugar, otras historias.