“Fue un tiempo difícil y de muchos cambios para mí”: Daniel. 

La falta de conocimiento acerca de las diferentes condiciones de neurodesarrollo y de los problemas emocionales, muchas veces provocan que los padres de familia, además de no atender la situación de sus hijos, y ayudarles, por el contrario, les juzguen, rechacen y, a veces, agredan. Conductas, todas, que pueden agravar la problemática que los niños o jóvenes enfrentan. 

En esta ocasión, Daniel nos comparte su experiencia familiar. 

“Cuando tenía 13 años fui diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención (TDA), depresión y ansiedad generalizada. Fue un tiempo difícil y de muchos cambios para mí y, por fortuna, tuve el apoyo de mi madre durante todo el tiempo que me sentí mal. Mi padre, por otro lado, tuvo una actitud un poco más escéptica sobre lo que yo sentía. Él creía que lo que tenía era flojera o falta de actitud.

“Mucho tiempo, mi papá expresó comentarios pasivo-agresivos sobre mi condición y acerca de lo que yo sentía. Le ha costado trabajo apoyarme, pero con el tiempo se ha puesto en mis zapatos. Su actitud ha cambiado para mejor, y aunque el aún cree que puedo mejorar cambiando mi actitud, prefiere brindarme su apoyo o una palabra de aliento”.

El TDAH incluye una combinación de problemas como dificultad para mantener la atención, hiperactividad y comportamiento impulsivo. Los niños con TDAH pueden tener dificultades con la baja autoestima, las relaciones problemáticas y el bajo rendimiento escolar.

El diagnóstico y tratamiento tempranos pueden hacer una gran diferencia.

Información: Clínica Mayo 

Las personas con trastorno de ansiedad generalizada se preocupan extremadamente o se sienten muy nerviosas con mayor frecuencia por estas y otras cosas, incluso cuando hay poca o ninguna razón para preocuparse. Por lo general, este trastorno involucra una sensación persistente de ansiedad o pavor que interfiere en la forma en que lleva su vida.

Fuente: National Institute of Mental Health